MI SANTA MUERTE LOS LLAYRAS

18 de mayo de 2007

SABER MAS DE LA SANTA MUERTE



Sus inicios se pierden entre las explicaciones de los estudiosos y de los supersticiones populares. Pero en su mayoría las fuentes consultadas coinciden en que si bien se fortaleció o hasta revivió en la última década, el culto empezó en Hidalgo en 1965 y actualmente se practica en estados como el de México,Baja California (Tijuana).Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Campeche, Morelos, Nuevo León, Chihuahua o Tamaulipas y por supuesto en el Distrito Federal, principalmente en el barrio de Tepito.El culto a la Santa Muerte ha sido ligado por las autoridades a la violencia cometida por el narcotráfico y a la prostitución. ¿La excusa? En Sinaloa, ejecutados en las últimas rachas violentas contra el narco mostraban tatuajes, anillos y dijes con su imagen.
En México los altares están repletos de ofrendas y velas multicolores, mientras que a su alrededor se postran sus fieles seguidores con voces de arrepentimiento y devoción. Sin embargo, no se trata de una representación virginal religiosa, sino de la escalofriante imagen de una siniestra calavera.La tenebrosa figura es reconocida en México como la "Santa Muerte" y es idolatrada por un considerable número de adeptos que se incrementa a diario .Se dice que su día oficial fue el pasado 15 de agosto, declarado como "Día de la Santa Muerte" por sus fieles.
De manera similar a un santo de la religión católica, su imagen cuenta con una estatua, aunque ésta consista de un esqueleto envuelto en un vestido y velo brillantes, con una cabellera larga y lacia, y unas manos cuyos huesos son adornados con anillos y joyas de perlas, oro y plata, mientras sostiene una guadaña amenazante.
A pesar de que el culto contemporáneo a la imagen surgiera alrededor del año 1965, historiadores remontan su origen tres mil años atrás, en la época prehispánica.
ANTECEDENTES HISTÓRICOSDesde sus inicios, la cultura mexicana ha mantenido una relación cercana y hasta reverente hacia la muerte, relación que con el tiempo se convirtió en un culto que llegó a extenderse por muchos rincones y civilizaciones del México antiguo, entre ellos la de los mexicas.
Conocidos también como aztecas, los mexicas mantenían como parte de sus creencias al culto de dos dioses, Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, "señor " y "señora" de la obscuridad y la muerte, a quienes no sólo se les encomendaba los difuntos, sino que también se les invocaba para conseguir otros favores relacionados con la muerte.
La colonización española logró disminuir el culto a la muerte, pero no erradicarlo, de manera que permaneció oculto hasta el siglo XIX, cuando ocurrió un resurgimiento en su devoción.Debido a la creencia de que prefiere no ser llamada por su nombre, se dice que la muerte agradece si es nombrada con cariño con el uso de alguno de sus apodos favoritos, tales como "La Comadre", "La Bonita", "La Flaca", "la Señora" o "La Niña".
Hoy la veneración a esta deidad se extiende por varias regiones del territorio mexicano, siendo narcotraficantes y otros delincuentes sus más fervientes creyentes.Aunque la Iglesia Católica condena esta veneración, denominándola como "pecaminosa", algunos asocian esta práctica con la Iglesia. Mientras tanto a la mayoría de sus seguidores parece no importarle la contradicción entre su religión y el culto pagano a "La Comadre".
Por ello, se organizan rituales similares a los cristianos, incluyendo procesiones y oraciones con el fin de ganar su favor.
Muchos hasta llegan a erigir su propio altar en su hogar, oficina o negocio para sentirse protegidos por ella. El altar suele consistir de una estatuilla cuyas medidas va de 15 centímetros a tamaño humano, rodeada de distintas ofrendas, entre las cuales se encuentran arreglos florales, frutas, inciensos, vinos, monedas, dulces y golosinas, además de velas, cuyo color varía de acuerdo a la petición.Como elementos indispensables se exigen los puros, los cuales deben estar constantemente encendidos, y el imprescindible pedazo de pan.
La gente acude a ella para pedirle milagros o favores relacionados con el amor, la salud o el trabajo.
Por otro lado, también se le pide por fines malévolos, tales como la venganza y la muerte de otros.
Sus simpatizantes suelen identificarse al portar algún dije o escapulario de su imagen, mientras que otros optan por llevar su figura de manera indeleble, al tatuársela en la piel.
Inicialmente su devoción era exclusiva de criminales, incluyendo contrabandistas, pandilleros, ladrones y prostitutas, quienes suelen hacerle peticiones, tales como el librarles de las balas de la policía o de cualquier otro mal, como por ejemplo, la cárcel.
El escritor y poeta mexicano Homero Aridjis, autor del libro "La Santa Muerte", ha seguido y ha documentado este fenómeno desde muy cerca.En una entrevista, llegó a comentar que hay personas que incluso llegan a pedirle a la "deidad" que "les ayude a secuestrar o a asaltar a alguien".
Contradictoriamente, es fácil encontrar devotos del otro lado de la ley, entre ellos militares y policías, quienes piden una bendición para su pistola y sus balas. Incluso, la devoción a "La Flaca" se ha convertido en algo popular dentro de la elite política y empresarial.
Aquellos que acuden a su altar la veneran como si fuese una santa, persignándose y rezándole para que se cumplan sus peticiones.
El apego a esta creencia se ha extendido al territorio estadounidense con la inmigración de varios de sus discípulos, quienes afirman haber entregado su travesía a su "santa", llevando entre sus ropas imágenes de ella para mantener su continua protección.A ella dicen deberle el lograr cruzar la frontera "sanos y salvos".Por su parte, la Iglesia afirma que el culto a la muerte es una "equivocación", ya que no es ninguna santa, mientras que sus fieles continúan vendiendo amuletos, devocionarios y escapularios con su imagen.Para sus críticos, les será muy difícil eliminar el fervor que existe entre sus fieles creyentes.Para sus seguidores, quizás sea simplemente el anhelo de querer creer en algo, aunque sea algo tan sombrío como la muerte, o tal vez sea un intento por restarle miedo al destino humano y simplemente ornamentarlo, preservando como tradición la imagen del mismo.

LA SANTA MUERTE EN TEPITO
En la calle de Alfarería, en el corazón del peligroso “barrio bravo” de Tepito de la capital mexicana, una pareja de mediana edad decidió hace dos años improvisar un altar a la “Santa Muerte”, convirtiendo el lugar en uno de los recintos más importantes dedicados a este culto en la megalópolis. “Le pusimos el altar a la ‘Niña’ porque nos regalaron la imagen, como es grande la instalamos afuera de la casa y desde entonces cada mes la calle se llena, yo creo que ya han venido miles a rezarle”, comentó Raymundo Olvera, el propietario del peculiar templo. El culto a la “Santa Muerte”, tal y como hoy se conoce en México, tuvo su origen en el estado de Veracruz (este), en donde un hombre “recibió la aparición de la ‘Reina’ y le dijo que la diera a conocer, y desde entonces se extendió por todo el país”, explicó Guillermo Cruz, que como ahijado de los propietarios del altar, introduce a los visitantes en la historia de la santa. La “Santa Muerte” que se exhibe en el altar de Alfarería es una figura de cerámica de metro y medio, con las manos y la cara simulando un esqueleto. Esta semana viste una túnica blanca, que simboliza salud y dinero. La efigie está rodeada de ofrendas y veladoras, entre las que se destacan copas de tequila, cigarrillos y puros, chocolates, flores, frutas, cervezas y dinero. “A ella le gusta fumar y beber, y lo que se le ofrece depende también de lo que uno esté pidiéndole. Yo, además de cambiarle cada semana sus ropas, me encargo de acomodar el altar porque a veces no caben todos los regalos que le traen”, dijo Enriqueta Romero, que junto con Raymundo Olvera, dedica su vida al templo de esta santa proscrita por la Iglesia católica.
QUIÉNES LE REZAN
Considerada la patrona de narcotraficantes, presos y personas dedicadas a actividades ilícitas, la “Santa Muerte” también se ha convertido de manera creciente en el apoyo espiritual de los marginados de México. “Yo vengo cada mes a rezarle su rosario porque me salvó del ‘reclu’ (prisión), me habían acusado de homicidio y después de rezarle se comprobó que yo sólo había golpeado a una mujer, porque ella y otras se ‘me vinieron’ (agredieron) primero”, explicó Norma, de 29 años, quien en la entrevista utilizó un nombre falso por “protección”. El escritor mexicano Homero Aridjis, autor de la novela “La Santa Muerte”, realizó una exhaustiva investigación sobre el creciente culto a la “Santa Muerte” en México, una actividad que a pesar de estar condenada por la Iglesia católica, tiene miles de adeptos en las zonas marginadas del país. Una parranda secreta de 24 horas en casa de un capo mafioso, a la que fue invitado el escritor, inspiró su nueva novela sobre el creciente culto a la “Santa Muerte”.
“Yo estuve en una larga fiesta de 24 horas en la que había narcotraficantes y connotados políticos y generales mexicanos. Ahí tuve mi primer encuentro con la ‘Santa Muerte’”, dijo Aridjis.
En la novela, como en la vida real, se describe un amplio catálogo social en el que “narcos” (traficantes de drogas), niños de la calle, ladrones, prostitutas y presos se encomiendan a la “Santa Muerte”, aunque los templos dedicados a ésta en México también son visitados por quienes no encuentran respuestas en el catolicismo institucional.
A la Santa Muerte, dijo, también se le conoce como la “Verdadera reina de la vida”, como también se le llama coloquialmente a la muerte santificada. “No todos los que creen en esta santa son delincuentes, muchos de los fieles son hombres y mujeres marginados socialmente, que viven en barrios muy peligrosos y se encomiendan a la muerte para que ésta los proteja”, apuntó. “Esta santa es una hacedora de milagros, encontré a una mujer que me dijo que le salvó a un hijo enfermo que fue operado, y hay otros que narran que se volvieron invisibles cuando alguien intentaba asaltarlos”, detalló Aridjis.
SU TEMPLO
La “Niña Blanca”, como también es llamada, debe colocarse en un lugar con techo de color púrpura. “El altar estará orientado hacia el poniente, rumbo por donde la luz solar entrega sus últimos destellos”, según exige la literatura especializada, que por cierto -junto con las velas, las ofrendas y otros accesorios del ritual- representan un buen negocio para el matrimonio Olvera-Romero. “Cada quien sabe lo que le pide. Si alguien anda en malos pasos, ella sabrá si le concede el deseo, pero sobre todo, se le ruega tener una muerte tranquila”, concluyó Guillermo Cruz. Lejos del tradicional conformismo mexicano que explica los problemas y tragedias íntimas “porque Dios así lo quiere”, quienes se acercan a la “Santa Muerte” son practicantes activos “que piden protección contra la violencia, la pobreza, la inseguridad (ciudadana) y otros problemas de nuestra época”, explicó.
“LA SEÑORA”
EL ORIGEN.- La “Santa Muerte” en México se remonta a la época prehispánica cuando se adoraba a “Mictlantecuhtli” y a “Mictecacihuatl”, el señor y la señora del “Mictlan”, la región de los muertos para los antiguos aztecas.
COAHTLICUE.- A la llegada de los españoles a México en 1519, los indígenas también creían en Coahtlicue, la diosa de la muerte, cuyo día festivo con posterioridad se trasladó al tradicional día de muertos mexicano, que se celebra el 1 de noviembre.
MEZCLA.- “El culto es sincrético (pretende conciliar varias doctrinas diferentes) y ha mezclado sus orígenes prehispánicos con una parte del catolicismo, igual que como sucedió con la virgen de Guadalupe, que empezó a ser venerada en lugar de la diosa azteca Tonantzin”, explico Homero Aridjis, escritor mexicano.
ASPECTO.- Portando una guadaña (cuchilla corva ensartada en un palo, que se usa para cegar a ras de tierra), vestida de blanco, negro o púrpura, la santa es la figura de un esqueleto de cerámica en donde destacan las profundas cuencas de sus ojos y unas huesudas manos que en ocasiones son ataviadas con joyas o se entretienen portando un cigarrillo.
SE LE REZA.- A la “Señora”, como también es llamada, se le reza un rosario el primer día de cada mes, además de que en su honor hay decenas de oraciones en las que se le pide “atraer al ser amado”, “fortuna en el hogar y en el trabajo”, “limpiar un negocio”, y tener éxito en actividades ilícitas. En cada plegaria los creyentes de la santa prohibida suelen repetir la frase “Muerte querida de mi corazón, no me desampares de tu protección”.
Entre los seguidores del culto a la SANTA MUERTE existe una pràctica que es muy comùn: tatuarse su imagen.

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